Ese fue el sabor que le quedo al conjunto Tucumano al empatar 20 a 20, en la semifinal frente al seleccionado de Buenos Aires y reglamentariamente quedó eliminado.
Las “Águilas” plantearon muy bien el partido, ejercieron un dominio territorial y control de la ovalada, Tucumán contrarresto haciéndose dueño de las formaciones fijas, aunque las indisciplinas se pagan caras y allí estuvo la diferencia.
En realidad, la paridad fue total y el reglamento determino quien debía pas
ar. Los locales fueron los protagonistas, pues propusieron los errores y la garra y el corazón para hacer de los últimos minutos un encuentro no apto para gente con problemas cardíacos.
Queda el sabor agrio de haber entregado todo y no poder acceder a la final, pero el horizonte pinta bien para los tucumanos, porque cuenta con el material humano para sostener y avanzar su evolución y el proyecto de los entrenadores, de hacer un juego completo y dinámico en todos los sectores del campo de juego. La carga que pesará será el no retener los dos campeonatos logrado el año anterior.
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