domingo, 14 de octubre de 2007

Dios salve a.....Wilkinson


Sí, es cierto. El precioso botín de Johnny Wilkinson volvió a ser determinante a la hora de definir un partido para Inglaterra. Esta vez sentenció a Francia a quedarse fuera de “su” final al caer por 14 a 9.
Es raro pero el único partido que los ingleses perdieron durante este Mundial fue ante Sudáfrica, por goleada (categórico 39 a 0), donde no propusieron juego y fue cuando el apertura todavía se encontraba lesionado. Habían jugado en esa posición Olly Barkley (ante EEUU) y Andy Farrel (ante los Springboks) aunque no convencieron al entrenador Brian Ashton.
La primavera se presentó para los ingleses cuando el estratega regresó al campo de juego, esta vez, en la victoria ante Samoa el 22 de setiembre.
Siguió su clasificación angustiosa y, después, logró el pase a semifinales ante Australia, dando el batacazo. Los Wallabies eran los favoritos pero el pie, esa joya dorada que tiene Wilko en su extremidad inferior, selló la suerte de los bicampeones.
Ayer Francia conoció el sabor amargo de ese pie exquisito, otra vez. Al igual que en 2003, los ingleses volvieron a detener a Francia en semifinales, cuando ganaron en Sydney por 24-7, antes de consagrarse contra Australia 20-17 con un drop de Wilko, máximo anotador de la historia de los mundiales, con 243 puntos.
Ayer manejó el partido y metió dos estiletazos mortales en los últimos minutos.
El partido, fue más emotivo que otra cosa. Mucha patada al fondo, mucha presión, algo de juego que propuso el local en los primeros minutos, como para olvidarse del grueso error que provocó el try tempranero, cuando apenas iban 78 segundos de iniciado el encuentro, de Josh Lewsey.
De allí en más, fue Francia el que propuso. Más por obligación que por convicción. Así, logró llevarse el resultado parcial gracias a dos penales de Lionel Beauxis.
sin embargo, había algo en el aire como Inglaterra tenía dominada sicológicamente la situación. Ni siquiera el ingreso del gigante Sebastien Chabal, logró inquietar a los ingleses.
En la segunda parte, otro penal del apertura estiró la ventaja y fueron corriendo los minutos. Wilkinson contestó con otro penal y avisó que tenía encendido su pie. El tanteador era de 9 a 8.
El partido siguió su curso. Mucha presión francesa (tanto del estadio como dentro del campo de juego) hacía suponer que la final, “finalmente”, se teñiría de azul.
Pero una infantil, inmadura e incomprensible falta del hoocker Dimitri Szarzewski, reemplazante de Ibáñez, frente a los palos (tackle alto a Jason Robinson) dejó abierta la posibilidad de que Inglaterra pase al frente del marcador y ya no soltaría más esa condición.
Porque Francia sintió, a seis minutos del final, que se le iba el partido. No logró el penal ansiado, no encontró los espacios para un drop y se vio superado por el pie estratégico de Wilkinson que selló el resultado con un drop a tres minutos del final.
La soberbia, el gran pecado francés, volvió a decir presente como hace más de un mes cuando enfrentaron a Los Pumas. Como en ese entonces que ya habían ganado el grupo sin jugar un solo partido, se creyeron en la final sin considerar que debían enfrentar primero al campeón.
Y, sobre, todo, a Johnny Wilkinson, que no por nada es el anotador histórico de los mundiales.
La rosa está ahora en tiempo de espera. Sudáfrica y Los Pumas, van en su búsqueda.

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