miércoles, 12 de septiembre de 2007

Ganamos, y nada más...


Conseguimos el punto bonus, nada más ni nada menos, pero transpiramos más de lo deseado que en los papeles para el triunfo ante Georgia por 33 a 3.
Seguramente estarán pensando que es más fácil decir las cosas con el resultado puesto. Sí, es más fácil. Como también escuché al final del partido hablar de la poca recuperación (sólo cuatro días) y que eso pesó en el partido.
Ya lo había dicho en un post anterior: me gustaría que le den descanso a la mayoría de los jugadores pero el técnico prefirió no hacerlo.

En fin. El partido fue lo que, entonces, se preveía: duro en los forwards con poca y casi nada participación de los tres cuartos, al menos en la primera parte.
Fue un primer tiempo durísimo, con mucha marca de los georgianos, buena marca, dura, áspera, inteligente. Hacía que el pack argentino en algunos momentos fueran hacia atrás y esto tocó el orgullo nacional. Allí se encaprichó el equipo argentino al cerrar el juego y no abrirlo, cuando por las puntas estaba el negocio, algo que se dieron cuenta recién en el segundo tiempo.



Lo mismo pasó con los malogrados intentos por quebrar la marca por el centro por parte de Juan Martin Hernández, golpeándose innecesariamente.



Igualmente, un pobrísimo 3 a 3, no hacía peligrar en absoluto el in-goal argentino. Sobre el final del primer tiempo, un penal de Felipe Contepomi ponía un poco de justicia en el marcador porque Los Pumas mostraban un mejor juego: en realidad, era el único equipo que proponía juego. Georgia se dedicaba a defender y tratar de encontrar algún espacio para contragolpear.



Pero cuando quiso hacerlo, tarde se acordó porque el gran desgaste que hizo en el primer tiempo lo sintió en el segundo, se desordenó en la marca y comenzaron a llegar los tries de Borges (dos oportunidades), Albacete y Aramburu. Ya no cubrían los espacios como antes.


El último try argentino, casi sobre el final del partido, logró el punto bonus con angustia, mirando el reloj, como nos gusta a los argentinos. Porque al parecer, casi nunca podemos hacer las cosas de manera sobrada y ganar con tranquilidad. ¿Por qué? Vaya uno a saber. ¿Se acuerdan del Mundial de fútbol que ganamos en 1986, en México? Ganábamos dos a cero pero nos dejamos empatar. Y si no fuera por la corrida de Jorge Burruchaga que terminó en gol, quizá todavía nos estábamos lamentando.

Este eterno vivir con la angustia de los argentinos puede ser por varios motivos. Pero le busquemos la razón deportiva, más allá de la humana, genética o sabe Dios cuál será "la verdá de la milanesa", dicho argentino si los hay.
Uno de los motivos de esta angustia pasa porque nos equivocamos en la toma de decisiones: Juan Martín Hernández guardándose la pelota sin abrirla, no tomando marcas para que los wingers tengan más libertad, jugando demasiado con el juego corto (pudo ser estrategia para desgastar el físico, no lo sé) y errando mucho en los pases. En este último ítem, aunque no conté bien desde el principio, pero Nicolás Fernandez Miranda dio una gran cantidad de pases malos (altos, bajos, cortos) que en este nivel son inaceptables. ¿Se imagina estos pases jugando contra Francia, Irlanda, por los rivales en el grupo o con Nueva Zelanda? Es suicidio premeditado (aunque la figura penal no exista de esta forma) en un juego de palabras con sentido puesto que se expone, no sólo al compañero sino también al exterminio del grupo.


Otra crítica: ninguno de los wingers que puso Argentina tienen, para mí, peso tanto
internacional como específico. Se vio en una jugada que Borges o Aramburu quiso cubrir una pelota y fue arrastrado literalmente fuera de la cancha.


Otra mala: otra vez las lesiones. El Ninja Todeschini se resintió de la suya y ya se habla de un probable reemplazante.

Lo mejor: Patricio Albacete, por lejos. Y ahí nomás, el Corcho Fernández Lobbe y Juan Leguizamón. El resto, de media para abajo: algunos destellos de Ignacio Corletto o de Contepomi.

Tiesi no pesó, los wingers tampoco, la primera línea batalló pero no puso al equipo adelante. Poco para un equipo que aspira más.


¡Ojo! No pretendo que den una lección de rugby y ganen por 80 puntos, pero que el partido sea más tranquilo, nos deje un gustito que lo que pasó con Francia no fue un hecho aislado.
Namibia no será un rival tan timorato como lo fue Georgia. Ya lo demostró ante Irlanda y podemos sufrir más de la cuenta.
La verdad, espero que no sea así para llegar al partido contra Irlanda con todos enteros, recuperados y frescos mentalmente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

coincido con tu comentario del partido, Hernandez insistió con quebrar la marca (pocas veces lo logró), se jugo mucho pegado a las formaciones y cuando Fernandez M. abria la pelota lo mandaba al muere a Borges (tambien coincido con lo de los wingers). Y por ultimo, te olvidaste de destacar a Hasan, que cuando entro cumplio más que los titulares.
un abrazo!

Anónimo dijo...

A HERNANDEZ LE FALTO APOYO, PORQUE FUE EL UNICO QUE PUSO EL EQUIPO ADELANTE, 3 DE LOS 4 TRIES SON CLARAS JUGADAS DE METROS QUE GANO EL.
NICOLAS F. MIRANDA, SE TIENE Q RESIGNAR A SER SUPLENTE DE POR VIDA...QUE POR DIOS QUE NO SE LESIONE MAS PICHOT PORQ ESTAMOS FRITOS...

Unknown dijo...

Gracias a Alvaro y anónimo (lástima, me hubiera gustado un nombre para saludarte) por sus visitas y comentarios.
En cuanto a los de Hasán, es verdad, me comí el garrón de no reflejar lo importante que fue su ingreso.
Y con lo de Hernández, está bien que intente quebrar la marca y puede ser que no haya sido bien acompañado, pero también creo que se la jugó sólo, muy sólo, muchas veces usando a sus compañeros de señuelos para los contrarios que nunca se tragaron el anzuelo. Un abrazo


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