viernes, 14 de septiembre de 2007

Gracias a Dios está vivo

Todos juntos van en apoyo de un compañero. Solidaridad y sacrificio.



Todavía está ahí. Gracias a Dios sigue vivo. A pesar de las montañas de dólares, euros, libras o como quiera llamarle a esa maldita necesidad capitalista que mueve el mundo, no se dejó intimidar por nada ni por nadie. Todavía sigue ahí. Late. Y cada vez que puede, muestra su osada desfachatez ante la incrédula mirada de quienes ven un partido de rugby.
Para nosotros, los amantes de este juego todavía amateur por estos lares, es imposible no disfrutar una tarde de rugby sin su presencia. Algunas veces se esconde, otras se aburre porque nadie lo invitó a salir a escena.
Pero de vez en cuando, se muestra. Bien pueden ser algunos segundos. Es suficiente. Otras puede durar unos minutos o todo el partido. Todo depende de qué tan interesante sea la propuesta. Pero siempre está.
Con la irrupción del negocio, “de los tejos” como nos gusta decir a los argentinos, muchos creímos que se había perdido.
Anécdotas sobraban: los que viajaban al exterior, decían que ya no era lo mismo.
Pero el espíritu de este juego renunció a quedarse en la tribuna, en la butaca especial, apoltronada y reluciente, fumando un habano y “disfrutando” el juego. A él le gusta mezclarse entre los 30 que salen a la cancha a empaparse de sudor, lágrimas y esfuerzo, vibrar con cada tackle y sentir que todavía se enciende la llama del verdadero juego.
Sino, no se entendería que un equipo como Japón, más allá de que tenga en su banco a un grande de la historia del rugby neocelandés como John Kirwan, le haga “el partido de su vida” a Fiji, sorprendiendo al mundo ovalado en esos más de siete minutos que duró el segundo tiempo, intentando ir hacia adelante, buscando el try que finalmente nunca llegó.
O un Estados Unidos que, para mí, es la sorpresa de este Mundial, jugando dos partidos a mil y perdiéndolos por muy poco.
O tampoco se entendería el despliegue, la garra, la valía de estos Pumas que son ejemplo para todo y para todos (hasta un técnico de fútbol argentino confesó que motivó a sus dirigidos en el entretiempo diciéndoles que había que salir a jugar el segundo tiempo “a lo Puma, pateando a cargar, marcando en bloque, sacrificándose por el compañero”…NdR: el técnico de Lanús, que venció a River por 2 a 1, dando vuelta el resultado por el Campeonato Argentino de Fútbol de Primera) al ganarle a Francia en el debut, rompiendo tal vez una de las reglas máximas de este deporte: la lógica.
Esa que decía que Francia debía vencer a Los Pumas, tal vez no por muchos puntos, pero sí ganarles porque eran superiores. Y lo son.
Pero el espíritu del rugby flotó en Saint Dennis ese 7 de setiembre y quiso quedarse un poco más dando vueltas por otro estadio, probablemente, hasta que termine el Mundial.
Y quien dice. Tal vez vuelva a inflar el pecho al cantar el himno nacional argentino y se adueñe del rugido del Puma grabado en el corazón de cada jugador y tiña de celeste y blanco el primer título para el país.
Y no le hablen de sueños imposibles al espíritu del rugby. Porque él se encarga de dar la fortaleza suficiente para cumplirlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este post es de lo mejor que leí, muy bueno.
Por otra parte, ayer vi el partido entre Sudáfrica e Inglaterra y me llevé una tremenda decepción, esperaba un gran partido, lleno de emociones, con un tanteador apretado, y lo unico que vi es que habia un sólo equipo en la cancha; el otro, el de la rosa, parecia un "equipito amateur" que se ve superado por una superpotencia, sin reacción, sin garra, sin ideas, sin actitud (palabra que no puede faltar en el léxico del rugbista). Yo nunca habia visto jugar de esa manera a un seleccionado campeón del mundo y candidato a pelear el título.
un abrazo!


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