domingo, 6 de abril de 2008

Por favor, no me despierten... (milagro inesperado)

El sueño sigue siendo el mismo. El sueño sigue siendo bonito, con los jugadores que representan mi rugby jugando las pelotas a morir, defendiendo su in-goal con uñas y dientes, barriendo la cancha por uno y otro lado, ganando el scrum, siendo superiores en el line, jugando al "meta maul Tucumán" como le gusta decir al periodista de ESPN Alejandro Coccia y gana metros y se mete en las 25 yardas de Buenos Aires. Pero se vuelve sin puntos. No importa, seguimos con el control de la pelota, del partido.
Lo veo a Lucas Barrera Oro jugando el partido de su vida, a los ocho titanes que son esos forwards formidables concebidos en la cuna del rugby tucumano, a los centros haciendo un partido perfecto, a Diego Mas tackleando todo lo que se movía frente suyo y convirtiendo los puntos necesarios para que Tucumán domine en el tanteador también.
Lo veo a Diego Ternavasio buscando los huecos por donde atacar mejor y los wingers, Sebastián Ponce y Aníbal Terán animándose siempre a encarar la férrea defensa porteña.
Por favor, no me despierten. La Naranja gana 9 a 3 y falta tan poco...
Un descuido, una desconcentración y una jugada que "hacíamos en la Menores de 15", me señala Bebo Guzmán Creppi (periodista de "Nuestro Rugby" en un canal de cable local) sobre el try de Costa Repetto que hizo estallar al banco de suplentes de Las Aguilas. Y el estiletazo del pie derecho de Federico Serra que partía en dos el corazón de las más de 10 mil almas en el Lawn Tennis que fueron a sentirse campeones de nuevo, como lo merecíamos, como lo esperábamos, como lo soñábamos.
No voy a hablar sobre el partido. Seguro que lo vieron por TV o leyeron todos los diarios. No me interesa hacer un análisis sobre lo sucedido.
Hablábamos anoche en el tercer tiempo con los colegas y algunos jugadores que fue el partido final jugado como una final. No era un lindo partido.
Había que bancarse anoche los gritos, las cargadas, la verborrágica alocución de Nicolás Bas de Dios, periodista y analista de video del equipo campeón (y también de Los Pumas en Francia 2007) gastándonos sobre el triunfo sobre la hora.
"En verdad muchachos, que Buenos Aires ganara así, fue un milagro. Porque el grito para la jugada era otra y salió mal, pero Costa Repetto vio el hueco y se mandó. Justo ustedes estaban desacomodados también y... las finales son así. El único error que cometieron fue no darle el golpe de noacut a Buenos Aires. Y nunca hay que darlo por muerto", decía en un rapto de sinceramiento después de varias latitas de Quilmes.
Guido Ratti, el encargado de prensa de la URBA, creyó que el partido se iba cuando faltando diez minutos, Tucumán recupera la pelota en un scrum. "El partido ya fue, le dije al doc porque no veía cómo podíamos dar vuelta el resultado. Pero se equivocaron al jugar un penal que luego terminó en esa patada de Urdapilleta al cajón y en el line resolvimos una jugada que podía no terminar en try. Se descuidaron y le robamos una gallina", decía Guido. Su alegría era doble: le ganó la apuesta a Marco Lamoglia, periodista tucumano de Pre Match y de Scrum 5. El pago debía hacerse anoche "en el lugar más caro de Tucumán", se escuchó a modo de desafío con tonada porteña.
Los dos hombres, colegas y alegres campeones, son diametralmente opuestos al jactarse del TRI de Las Aguilas. Pero, si existe algún consuelo, los dos coinciden en que varios jugadores que vistieron ayer La Naranja, son jugadores de selección.
No voy a decir los nombres. No me corresponde.
Sí voy a decir que me sentí orgulloso de compartir una noche con los que saben y que reconocieran el rugby de Tucumán, todo lo que evolucionó del solamente "meta maul" y que , por sobre todas las cosas, estemos al mismo nivel de juego a pesar de las diferencias estructurales y económicas. Sí, también económicas. Me entienden, ¿no?...
Pero les pido una sola cosa, solo una: no me despierten. No quiero enfrentar la realidad de los ojos enrojecidos de "mis" jugadores que los veo pasar con la expresión demacrada en el rostro de los más jóvenes y de resignación en los más grandes. No quiero tener que explicar el por qué de una final perdida cuando ya la teníamos en el bolsillo.
No quiero mirarme al espejo y ver, que yo también estoy llorando.
Hasta la próxima.
Un abrazo.

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