Charla nocturna

Anoche tuve una cita especial con un Vampiro encuentro que, seguro, será reflejado y ampliado
en doscortasunalarga.blogspot.com de mi amigo Angel Veliz.
Estuvimos con un ex compañero de redacción, Daniel García Suárez (al que le pusimos ese apodo), quien ahora vive en Nueva York. En realidad, vive desde hace más de cinco años. Y nos contaba con lujos de detalle su easy way of life. "Está todo pensado para que a la gente se le facilite todo y todo aquél que quiera, pueda progresar. Te cuento más, un taxista chileno que vive hace más de 40 años allá, me dijo que no había conocido país más socialista que EEUU", se emocionaba al contarlo. El shileno tiene departamentos en Santiago de Chile y también el suyo en Nueva York. Quiso, se propuso y pudo. Y estamos hablando de un taxista, no de un taxi boy que no es lo mismo.
Daniel es un muchacho que no juega al rugby. Creo que lo más cerca que estuvo de algún deporte fue para ver cómodamente sentado los partidos de la NBA (vio a los Lakers y los Nets, en Nueva Jersey con Vince Carter y Koby Bryan en la cancha... la pucha, qué lujo) lo que no quiere decir que el tipo no entienda de deportes.
Entonces se preguntará: ¿qué tiene que ver esto con la página de rugby?
Tal vez nada. Tal vez todo.
Durante la cena-charla-café que tuvimos, hablamos del país, de la provincia, de nuestros trabajos, nuestros sueños... En fin, de todo. Y de la emoción que sintió al jugarse el Mundial de Francia cuando Los Pumas consiguieron la hazaña de vencer al favorito, dos veces y entrar en la historia del rugby mundial al conseguir el tercer lugar.
"Sí, hermoso, emocionante...", le dije pero "ahora esto te tiene que plantear desafíos. Y nadie los asumió" y quedó perplejo cuando le comenté que no se había logrado ingresar a ningún torneo internacional como el Seis Naciones o el Tres Naciones.
Los motivos interesan poco realmente aunque creo profundamente que se perdió la gran oportunidad de ingresar en el Mundial de Sudáfrica, en 1995, en la génesis del proyecto.
Más allá de eso, Daniel no podía creer que se haya perdido ese impulso por propagar y darle impulso a un deporte que, salvo en Tucumán, no tiene el arraigue en otras provincias.
No podía creer que el Campeonato Argentino sea defenestrado y no despierte el más mínimo interés en la gente que es representada por su actual campeón, Buenos Aires. Incluso, algunos jugadores porteños ni siquiera quieren jugarlo.
No podía creer que, en plena época de profesionalismo de este deporte, los chicos tucumanos (y de varias provincias) todavía sigan trabajando y se juegue por el "gusto de jugar" nada más. Y el que quiera otra cosa, deba irse del país. En este u otro deporte.
No podría creer que no se organicen escuelas, clínicas, charlas técnicas, que...
"Daniel", le dije, "todavía estamos en el tercer mundo, ¿te acordás?... Con todas las mezquindades e inmadurez que este país no logró superar. Y el rugby, no es ajeno a todo eso"...
La charla siguió. No hubo segunda ronda de café como sí había pasado con la cerveza. La incipiente madrugada nos decía que debíamos volver a casa.
Nos despedimos con la certeza de que se podía hacer las cosas mejor. Y con la promesa de una viaje que, tal vez, solo tal vez, Angel y yo podamos concretar cuando este país resuelva sus miserias internas.
Sino, todo seguirá como hasta ahora, sin un proyecto serio de país federal que también se traduce en el deporte.
Hasta la próxima. Un abrazo.