Por Nicolás Balinotti
Enviado especial de La Nación
JOHANNESBURGO, Sudáfrica.- El paisaje de contradicciones es natural tras unos días en esta ciudad de un clima seco que se escurre por colinas, planicies y quebradas. Los barrios de cristal con mansiones amuralladas de temor se codean con la pobreza cotidiana. El hambre tiene color en un país que aún encarna de manera asombrosa las ambigüedades de una historia reciente, atormentada por una aciaga política de segregación que duró increíblemente más de 40 años. En este contexto de absurdos, el rugby argentino dejó una pequeña huella, tal vez algo desconocido de lo que sucedía por aquella época. Fue cuando en 1982 presentó al combinado de Sudamérica XV a jugar con el seleccionado local durante el boicot político, económico y deportivo que el mundo imponía contra el apartheid sudafricano.
A 26 años de aquella visita del combinado de Sudamérica XV (estaba integrado por todos argentinos, salvo dos uruguayos y un brasileño), el seleccionado argentino celebrará el sábado próximo, con un partido ante los Springboks, el 90° aniversario de Nelson Mandela, el presidente que abolió el apartheid y que estuvo en prisión 27 años por esa política racial.
Hoy, bajo las siglas de la UAR, se anidan otros pumas, incluso algunos que no habían siquiera nacido cuando se dio aquella gesta sudamericana en la ciudad de Bloemfontein, el 3 de abril de 1982. El recuerdo del mundo contemporáneo de aquella obra maestra de la épica se limita al triunfo 21-12, con el grandioso Hugo Porta como goleador y figura. Pero si la memoria echa un vistazo retrospectivo se encontrará con que el día anterior los primeros soldados argentinos pisaban las islas Malvinas, entre otros episodios que ya son leyenda.
Haciendo a un lado la película histórica, en el plantel actual no toman como una contradicción la invitación a participar de los festejos por el cumpleaños de Mandela. "En realidad, significa todo lo contrario. Simboliza paz y armonía entre Sudáfrica y la Argentina. Para nosotros es un orgullo y un honor estar acá. Sobre lo que sucedió en los 80 no me correspondería hablar a mí", sostuvo Ricardo García Fernández, el manager del equipo.
La visita a Johannesburgo también se puede interpretar como un impulso y un reconocimiento de Sudáfrica a los Pumas para ser incluidos en las competencias regulares que se desarrollan en el hemisferio sur. Y en esta sintonía apuntaron más que nada las opiniones de los jugadores. "Lo que pasó en el pasado ya pasó, y nosotros no tenemos nada que ver. Lo que sí te puedo decir es que los sudafricanos fueron los únicos que agotaron todas las instancias para que nos reconozcan mundialmente y podamos competir en un torneo", dijo Mario Ledesma, el mayor de los rugbiers, con 35 años. Felipe Contepomi abundó un poco más en sus conceptos. "Hoy la relación entre ambos países es muy buena. Sudáfrica nos quiere incluir a toda costa en el Tri Nations y el deporte va más allá de cualquier tipo de discusión política. Los problemas de la política se los debe resolver en ese ámbito. Me pareció injusto en su momento aislarlos deportivamente", expresó el capitán argentino.
La señal de cambio y sintonía fue entregada por los locales. Oregan Hoskins, presidente de la unión sudafricana, concibe a la Argentina y a Sudáfrica unidos para lograr el ingreso de la UAR en la Sanzar. Lo manifestó el día que llegó la delegación celeste y blanca a estas tierras.
A tres días del test-match entre los Pumas y los Boks, Andrés Courreges, integrante de aquel combinado de Sudamérica XV, dialogó con LA NACION y contó su experiencia: "No teníamos idea de lo que era el apartheid. Ir a jugar no significó convalidar una política, sino que nos permitió ver una sociedad en decadencia, de mucha violencia, atrocidades y castigos. Si no íbamos nadie iba a poder manifestar lo que sucedía allí".
El fantástico Serafín Dengra, que contabiliza ese día de 1982 como su debut en el seleccionado, recordó: "Me acuerdo de que el test coincidió con el comienzo de la Guerra de las Malvinas y de lo chocante que me resultó ver tribunas para blancos y tribunas para negros".
Envueltos de democracia y con el apartheid como una leyenda de horror y tristeza, sudafricanos y argentinos se volverán a ver las caras en un partido de rugby que promete ser una fiesta sin distintivos.
Entre varias voces del pasado, que pertenecieron a aquel partido de 1982 en Sudáfrica, se escuchó la de Hugo Porta. "Queríamos solamente jugar al rugby y Sudáfrica fue un atractivo. Haber ido ayudó", comentó el ex apertura, que luego fue embajador en este país.
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