domingo, 10 de agosto de 2008

Tremenda frustración

Por Nicolás Balinotti
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do especial

JOHANNESBURGO, Sudáfrica- El primer golpe, el try de Adrián Jacobs, abrió una herida profunda que no dejó ver. Apenas 30 minutos duró el partido. A partir de entonces, el antiguo y legendario Ellis Park asistió sonriente a la evidencia pura de las abismales diferencias que distancian hoy a los Pumas de Sudáfrica, el campeón del mundo. La hemorragia de tries no hizo más que comprobar los contrastes de un seleccionado con otro: plenitud física, mayor velocidad, máxima potencia, destellos de calidad, constante dinamismo y precisión, siempre a mano y en el momento justo.

Es válido aportar que los Springboks se encuentran en el pico más alto de su estado, en pleno desarrollo del Tri Nations. Es válido, también, hurgar excusas en las ausencias. Pero es inútil que la vista quede nublada por el dolor y negar la superioridad de un rugby de otro nivel. La caída por 63-9 convendrá ser el punto de largada para acelerar esa metamorfosis que la Argentina viene insinuando. Lo que sucedió en el último Mundial se terminó. En 2007 se coronó una generación de jugadores notables que recorrió un camino minado de problemas que lo fortaleció y le permitió tener su clímax en París. Esa casta de rugbiers grandiosos abonó un terreno que aún debe ser trabajado para obtener su mejor cosecha. Los Pichot, los Longo, los Hasan también perdieron alguna vez por goleada. Para ellos, las derrotas fueron parte del aprendizaje. De la misma manera, el actual plantel debería tomar el categórico traspié de ayer.

La lección debería ser útil para la construcción de un grupo nuevo, que se mire al espejo sin deseos de asemejarse al pasado, sino con el objetivo de verse a uno mismo. Un vistazo retrospectivo e interior que le permita distinguir con lucidez lo positivo y lo negativo.

Estará en el coach y en los jugadores el trazado de su camino y la reconstrucción después de tres derrotas en cuatro partidos. Pero también jugará en importancia la cuota de responsabilidad de la dirigencia para encontrar una pronta competencia, con mayor regularidad y exigencia, a un equipo que padece de las debilidades de la estructura local y de la fortaleza y la potestad de la billetera sonriente de los clubes europeos. La UAR, lamentablemente, sólo podrá contar con sus jugadores en las ventanas de junio y noviembre de cada año. Fuera de esos meses, las convocatorias estarán sujetas a los humores y las voluntades de los clubes.

Otra vez en el partido: hasta que las diferencias físicas no se hicieron notables, o sea, hasta los 30 minutos del primer tiempo, la Argentina jugó inteligente, instrumentando presión, solidez defensiva y mucha atención. Con astucia, los Pumas habían logrado una ventaja de nueve puntos (tres penales de Felipe Contepomi) que podría haberse incrementado si el apoyo entre forwards y backs hubiera sido más mecánico, lineal y ordenado.

Después de la media hora, los argentinos cayeron en los abismos de la pretemporada, en ahogos constantes y en un desgaste físico que se acentuó con el ritmo ágil y la velocidad que imprimieron las 13 nuevas reglas que se pusieron a prueba en el test. A partir de entonces, todo fue de Sudáfrica, que comenzó su apuntalada a través de una mano del azar: tras un scrum, Januarie le dio un mal pase al apertura, pero corrigió a tiempo De Villiers, que quebró la marca y habilitó a Jacobs, el autor del try que abrió la herida. En dos minutos, todo se dio vuelta y el parcial se cerró 14-9.

En el segundo tiempo, la historia no se modificó: un grito de try detrás de otro terminó de confirmar los abismos que dividen a la Argentina de Sudáfrica. Fueron en total nueve anotaciones, todas convertidas por James, preciso como un cirujano con el pie, y hábil para siempre guiar en velocidad a sus backs.

Fue el triunfo más holgado de los Springboks sobre los Pumas en los 13 partidos de la historia. Fue el mejor tributo de los campeones del mundo a su ex presidente Nelson Mandela en la celebración de sus 90 años. El horizonte asoma empinado para los Pumas. Habrá que rescatar a un equipo que sufre y se atormenta por los tiempos de renovación. No será sencillo salir adelante, aunque los Pumas como nadie conocen el placer inefable de la resurrección.

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