lunes, 23 de junio de 2008

Claroscuros del rugby

Mientras en Buenos Aires, precisamente en el club C.U.B.A., se elevaba una plegaria por el fallecimiento del wing Juan Cruz Migliore, el inicio del partido entre Natación-Huirapuca comenzaba con un minuto de silencio por esta fatalidad cerrado con un sentido aplauso.
Todos los presentes en cancha de Natación se sintieron "tocados" de alguna manera. Pero a medida que transcurrían los minutos, el apasionamiento dominado por la sinrazón se hacía dueño de algunos hinchas y, lamentablemente, de algunos jugadores blancos y gauchos.
Las promesas de palizas (en nuestro lenguaje, "cagada") de los distintos sectores hacia diferentes blancos me provoca este mensaje.
Sé, porque lo jugué, que este deporte no es para tibios. Pero también sé que uno puede ser fuerte, implacable con un tackle pero a su vez leal.
Que uno puede sacarse y esquivar tackles con ímpetu pero también con honestidad, sin provocar reacciones del rival.
También sé, porque me ha pasado, que en el fragor de la lucha por conseguir una ventaja, recuperar una pelota o lo que sea, podemos tener reacciones que no ennoblecen en absoluto el espíritu de este deporte, cada vez más manoseado en sus valores, cada vez más vapuleado.
Por eso me atrevo a este mensaje: tenemos que parar.
No es posible que escuche amenazas dentro de un campo de juego como si se tratara de una ordinaria pelea entre barritas a la salida de un boliche.
No es posible que en cada acción de fricción uno tenga que estar prevenido porque seguramente saldrán dos o tres trenzados en una pelea.
No es posible que desde la tribuna en vez de alentar a sus equipos se pongan en jueces implacables como si conocieran el reglamento de memoria y tuvieran la lucidez de pitar y actuar en microsegundos. Dicho sea de paso, hay algunos personajes que en la vida los ví vestirse de jueces. Y algunos fueron jugadores de rugby.
No es posible que cada partido tenga que convertirse en un desfile de bravuconadas en vez de una fiesta.
Porque entonces, señores, estamos sumidos en una inmensa hipocresía.
Si decimos que los valores del rugby son la caballerosidad, la solidaridad, el respeto, la entrega y el compañerismo, sumados a la máxima de que "el árbitro siempre tiene razón", ví poco y nada de eso ayer en cancha de Natación.
Y ahí no había patoteros del fútbol ni violentos disfrazados de hinchas de rugby. La que estaba ahí eran las familias del rugby, los que hacen al rugby de la provincia, los mismos protagonistas.
Daba vergüenza.
Y de eso nadie habla.
¿Qué tenemos que esperar? ¿Que en algún ruck, después de una "venganza", saliera algún chico lastimado seriamente o como Juan Cruz Migliore?
Claro, después todos estaremos consternados y enviando condolencias a la familia de quien sufriera "tamaña pérdida".
Mientras tanto dejemos que pase. Y la foto de arriba tendrá los colores de algún club de nuestra provincia dentro de poco.
Siento impotencia. Porque estoy seguro que se puede jugar un mejor rugby en la provincia y dejar de lado a los ineptos que todavía no entienden este deporte, la escencia del juego.
Tenemos que parar. Tenemos que pararlos. Para poder disfrutar de una verdadera tarde de rugby.
Un abrazo.
Hasta la próxima.

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